luns, 4 de marzo de 2024

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Para todos los amantes de Japón, su cultura y todo lo que rodea al país asiático, los cerezos en flor japoneses, conocidos como Sakuras, son una de las cosas que más nos gustan y es que solo con ver una foto de uno de estos árboles en época de floración ya nos deja con la boca abierta.

En Japón cada primavera la floración de los cerezos es la fiesta más simbólica de la cultura japonesa. Lo que casi nadie sabe es que si hoy sigue vivo ese patrimonio de la humanidad es gracias a Collingwood Ingram, un inglés cuya pasión lo llevó a viajar a Japón.

Siendo como son, un tesoro nacional, cuesta creer que los cerezos padecieran épocas de descuido y que esto provocara la desaparición de muchas variedades y la prevalencia de un único tipo de cerezo. Es aún más increíble enterarse de que esto fue gracias un extranjero, un horticultor británico quien ayudó a frenar su desaparición.

Después de su primer viaje a Japón en el que inicialmente estaba interesado en la ornitología, Ingram volvió enamorado de la horticultura. Cuando después de unos años, en 1926 volvió a Japón, descubrió alarmado que debido a la occidentalización y la modernización del país, se estaba apostando por mantener solo una variedad de cerezos en flor. Desde ese momento dedicó su vida a salvaguardar y proteger la tradición de los sakuras hasta el final de sus días. Después de muchos intentos, largos estudios y luchando contra el clima, Ingram consiguió repatriar variedades extintas e introducirlas en Japón de nuevo. Esta es también la razón por la que por las calles británicas puedes encontrar variedades de cerezo como si estuvieses en tierras niponas.

Desgraciadamente, según los estudios la mayoría de los cerezos en Japón siguen perteneciendo a la variedad somei yoshino y, si se quiere admirar otras, hay que buscarlas. Algunas, por desgracia, han desaparecido por completo.

Si algo está claro es que tanto los japoneses como los que vivimos en otros países tenemos mucho que agradecer a Collingwood Ingram por poder disfrutar en pleno siglo XXI de esta maravilla.




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