martes, 11 de abril de 2023

Reseña do club de lectura de xaponés: El expreso de Tokio de Seicho Matsumoto

El expreso de Tokio

Seicho Matsumoto

Gracias al Club de lectura de Xaponés descubrí este libro y también a su autor, Seicho Matsumoto. Por lo tanto, mi agradecimiento a la Fundación Japón, a la EOI, a las profesoras de Xaponés y a todas las personas que hacen posible que funcione el club de lectura. A todos, ¡muchas gracias!

La novela está dividida en 13 capítulos ―desconozco si se corresponden con las entregas publicadas en una revista entre 1957 y 1958― lo cual facilita bastante la lectura. Al final del primer capítulo ya sabemos qué ha pasado y qué es lo que hay que descubrir, lo cual nos hace partícipes de la investigación. El aparente suicidio de dos amantes en una playa de la isla de Kyushu no convence al policía local encargado del caso, el inspector Jutaro Torigai.

Lo que más me gustó de la novela fue la excelente profesionalidad de los inspectores Torigai y Mihara, sobre todo la de este último; gracias a ellos, lo que podría haber sido un crimen perfecto acabó resolviéndose por dos pequeños detalles aparentemente insignificantes. El primero, el recibo del vagón restaurante del día 14 y, el segundo, un detalle de inspiración que le vino al inspector Mihara cuando, de vuelta a Tokio, esperando el tren en la estación de Hakata estaba hablando con Torigai y éste le comentó que la estación de Tokio ‒en la que nunca había estado‒ debía ser un ir y venir de trenes. Fue en ese preciso instante cuando se dio cuenta de que es imposible ‒o casi‒ divisar el andén 15 desde el 13, debido al intenso tráfico de trenes. También en la vida, los pequeños detalles, son importantes y pueden cambiar el rumbo de nuestra existencia.

Sospecho que al autor, Seicho Matsumoto, le gustaban los trenes, por un comentario que hace sobre la fabricación de un tren: “Todavía faltaban doce o trece minutos para que el Unzen, fabricado en Nagasaki, llegara a la estación" (pág. 81).

La novela está basada en dos temas que hoy ‒han pasado más de 65 años de su primera publicación‒ están de actualidad: la corrupción y el suicidio. La corrupción se da a nivel mundial, en todos los países, y el suicidio es un tema del que, en general, nadie quiere hablar, sin embargo, las cifras asustan. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España han fallecido 11 personas al día por suicidio durante el año 2021, de las cuales 3 de cada 4 fueron hombres. Y lo peor es que la muerte por suicidio sigue creciendo en nuestro país.

El autor nos da pistas para que nos hagamos una idea de quién puede estar implicado en el doble crimen, pero no son pruebas sólidas para culpar a nadie. Son detalles, sutilezas que, para mí, otorgan calidad e interés por la lectura. Se hace imprescindible coger lápiz y papel y anotar los detalles que uno se va encontrando para no perderse, tal como hace el inspector Mihara en su libreta. Considero necesaria una segunda lectura para fijarse en detalles que pueden pasar desapercibidos la primera vez que la leemos.

La novela me permitió viajar en tren por Japón, desde Tokio hasta Fukuoka y Hakata en la isla de Kyushu, pasando por Atami, Shizuoka, Nagoya y Osaka. Supe de la existencia de Kamakura ‒donde vivía la mujer de Tatsuo Yasuda‒ una ciudad situada al sur de Tokio, en la prefectura de Kanagawa. Y Akita, situada al norte de Tokio, donde vivían los padres de Toki, una de las protagonistas. Y ya más al norte, en la isla de Hokkaido está Sapporo, adonde viajó el sr. Yasuda por asuntos de negocios. Sapporo nos trae buenos recuerdos a los españoles, porque fue la sede de los XI Juegos Olímpicos de Invierno, donde Paquito Fernández Ochoa consiguió la medalla de oro en el slalom. Fueron los primeros JJOO en los que un español obtuvo una medalla en una prueba masculina.

Por más empeño que el inspector Mihara ponía para desmontar la coartada de Yasuda, no lo conseguía, todo parecía muy bien atado. Su ánimo se venía abajo y se desesperaba por no poder comprobar, con datos, que lo que suponía era cierto, que Yasuda había estado en Hakata el día del suicidio; eso era de lo que estaba convencido y lo que quería demostrar. A pesar de todos los reveses con los que se iba encontrando, contaba con el apoyo de su jefe, el comisario Kasai, que confiaba mucho en él. Y también con el ánimo del inspector Torigai, el cual le escribe una extensa carta ofreciéndole su colaboración y lo insta a seguir investigando para resolver el caso. Desanimado por no encontrar explicación a sus suposiciones, no ceja en su empeño en seguir investigando.

La verdad es que nos sentimos aliviados con la muerte del matrimonio Yasuda, puesto que no teníamos ni una sola prueba en su contra, el caso se componía únicamente de pruebas circunstanciales. Eran suficientes para emitir una orden de detención, pero no sé qué habría pasado si el caso hubiera llegado a juicio”, le dijo el inspector Mihara a Torigai en la extensa carta que le escribió explicándole la resolución del caso. Le dice, además, que se quedó con mal sabor de boca por no poder detener a los criminales y llevarlos ante la justicia.

Como podemos ver, la naturaleza del ser humano es compleja y la ambición por conseguir, a cualquier precio ―asesinato, en este caso―, poder y riqueza, y así disfrutar de una vida de lujo, ocio y placer desenfrenado, no tiene límites.


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